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martes, 23 de marzo de 2010

LA UNIVERSIDAD DEL CARAJO











LA UNIVERSIDAD DEL CARAJO




Sí señor, pues aunque usted no lo crea es esta universidad, en la que usted se formó o se encuentra actualmente en estudios o trabajando o dando clases. Desde luego, a partir del 07 de febrero del año 2009, desde donde todo disque se ha transformado. Así lo afirma nada menos que el actual VICERRECTOR ACADÉMICO Y DE INVESTIGACIÓN de la más grande academia, en resaltado, convertido en navegante de velero, segundo de abordo.




En el llamado periódico Latitud Central de la Universidad en medio del Editorial que refleja odio y poca reflexión, dice, entre otras cosas, las siguientes: refiriéndose al apoyo de los supuestos cambios en la universidad “…la gran mayoría de la comunidad universitaria dice: ¡AL FIN CARAJO!” (Literal y en negrillas en el original) y continúa, “Sí, ése es el grito de cientos de docentes que al fin en esta universidad se van a poner las cosas en orden”…y delira sobre una universidad hundida, de profesores universitarios tramposos que urdían accidentes de tránsito y enfermedades para no asistir, “profesores vagos a los que hay que llamarlos colegas”, en fin, de una universidad donde “se festino el tiempo y no se hizo NADA”. E insiste así: “¡Ahora, si CARAJO vamos a estudiar!
Cabría decir, tenemos ahora una universidad del CARAJO, de acuerdo a este ilustrísimo académico, ejemplo a seguir, se creerá.





En la edad media, los marineros, que por lo general eran aventureros de baja ralea, terminaban enrolándose entre filibusteros y bucaneros, y embarcados en sus naves primitivas que sostenían un inmenso mástil que en lo alto, sobresaliendo, tenían un lugar, una canastilla, en que uno de ellos se subía para divisar a gran distancia la llegada al destino, así avizoraron, con Rodrigo de Triana - que de “Don” no tenía nada- las tierras americanas; pero también servía para divisar barcos enemigos y claro allí, al menos éstos, creían ver enemigos por todo lado, como creían ver sirenas hermosas en medio del delirio ni bien entraban en pocos meses de viaje. Este era un lugar no deseado, puesto que uno se exponía a fríos, viento, lluvia, sol y grandes posibilidades de terminar mareado y trastornando la vianda que por lo general sucedía en apenas dos horas, pues era el sitio más inestable de la nave. Este lugar se llamaba carajo (así no más con minúscula) o también le llamaban pene (desde luego en la acepción más dura, pero castiza, verga) por su posición y haciendo similitud con el órgano viril. Y los marineros que cometían errores o desempeñaban mal sus funciones...eran "enviados al carajo" o sea ya sabemos donde les enviaban. Estos marineros de la edad media dejaron así su contribución a la Real Academia de la Lengua.




Este el lenguaje del iluminado “académico”, que con toda seguridad no supo ni lo que quería decir, para terminar diciendo lo mismo y enviar (a la universidad) al mismo sitio donde el Gran intendente de la nación le envió a un periodista del Diario El Universo, es decir al “palo mayor, al mástil del velero”.




La primera acepción que da la Real Academia de la Lengua Española es la siguiente:




carajo. (De or. inc.).1. m. malson. Miembro viril.




De acuerdo a los entendidos en la lengua castellana, el término carajo –cuya etimología latina probablemente comparte con la palabra italiana cazzo– es, en lenguaje popular, una de las formas de designar al pene o bien a un prostíbulo. Se cree, como vimos más arriba, que proviene del latín cassus o carassus, que por metáfora en jerga marinera se refería al mástil mayor, de un navío a velas.




El segundo de abordo de este navío de velas, en espera de viento, como todo un marinero en su más puro lenguaje de puerto, salido posiblemente de una taberna a la que estuvo acostumbrado (¿o no es cierto?) y aun con las olas en su masa encefálica, comienza a alardear de sus supuestas fortalezas: lo que antes los profesores (incluido él) se daban vueltas en su cátedra en seis meses, perdiendo el tiempo, cobrando o más bien robándole a la universidad y al erario nacional, hoy se va a dar, dice, en seis meses bien trabajados. Esa la semestralización. Ningún análisis serio de las supuestas ventajas, ningún estudio de las experiencias internacionales, ninguna evidencia que muestre tal superioridad. Todo en el viento. En verdad un velero.

Esa es la autoridad académica, esos sus argumentos, ese su lenguaje de estibador. Una vergüenza por la que debería renunciar, en pudor público.




Por favor, ¡bájenle del carajo que se marea!

La Sombra…








"Luz, más luz"

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