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domingo, 18 de abril de 2010

CATEDRA Y VERDAD





CATEDRA Y VERDAD :



¡Qué calidad que somos!



es una expresión de regocijo y orgullo. Y hay razón, pues demostrar calidad es exponerse a los resultados de una evaluación, y estos se demuestran en correspondencia con la veracidad, con la verdad, con la realidad.



De allí que la verdad, es decir el correlato con la realidad, tiene que ser el lenguaje académico en las aulas de la Gran academia. La verdad científica y la veracidad moral, es decir la honestidad.
La verdad es objetiva en la medida que es independiente de nuestras creencias subjetivas, de lo que nos guste o no, de lo que nos caiga o no mal. La verdad está, por tanto, en el hecho, en el fenómeno, en el objeto externo a nosotros, así demostrable y por lo tanto conceptuable.
Como cuando el maestro de Física nos explica la ley de la gravedad que ocurre con independencia de los gustos humanos y de sus prejuicios. La atracción ejercida por el centro de la tierra actúa con independencia a determinar si el profesor es “Chino” o no, o si es de otra latitud. Un maestro tiene el deber científico y moral de la verdad. Verdad y ser son inseparables, tal como decía Heidegger.



Esta introducción la traigo en razón que es necesario reconocer que la calificación como CLASE A de nuestra Academia (así con A mayúscula) determina SU calidad en los aspectos que los evaluadores la acreditaron.
El valor asignado en un proceso evaluativo, es un valor histórico, tanto por el cohorte del periodo que se evaluó y que llegó hasta el año 2008, cuanto porque sus resultados configuran ese acumulado histórico. El desarrollo urbano, la infraestructura física, académica y de investigación, su estructura organizacional, el acumulado académico y de investigación, su ensamblaje en la sociedad, las huellas dejadas por sus egresados en la vida nacional e inclusive mundial, devienen de un esfuerzo realizado en varios años y por múltiples generaciones.



La evaluación entonces tiene una condición, ser siempre pretérita, mientras que el monitoreo es siempre del presente; ambos sin embargo permiten tomar decisiones al momento y al futuro.



Si la evaluación es pretérita, resulta entonces una falacia inducir a pensar que la CALIFICACION DE UNIVERSIDAD CLASE A se trate de un logro azaroso, de una administración de seis meses, bueno, un año, hasta un año y dos meses más. Si así fuera, muchas universidades surgidas en los últimos años se hubieran puesto a la altura de la Central. Que tal la Universidad de Colombia que vendía títulos, midiéndose con la Central, absurdo. Como absurdo es creer que somos bobos para convencernos que las Clase A fue fruto exclusivo de la actual administración que todavía ni cuaja.
Esta es una calificación que reconoce a varias generaciones de egresados, de maestros, de estudiantes que transitaron por sus aulas dando lustre, de empleados que en los laboratorios o en sus oficinas contribuyeron en el éxito académico, en fin y desde luego, a varias gestiones administrativas, incluyendo (y no exclusivo) a la actual quienes fueron profesores y hasta autoridades en sus facultades, en las épocas en las que , según ellos, los profesores eran acostumbrados a trampearle a la universidad.



Desconocer esta verdad es deliberadamente mentir. Mentir a la academia, mentir desde la cátedra de la academia, torcer la realidad pretendiendo ajustarla a las antipatías y prejuicios. Quién miente es un mentiroso y la mentira está en el hecho de falsear la verdad, encubrirla o incluso tomar la verdad y exagerarla en la intención de engañar y causar acción en contra de a quienes se refiere.
La realidad objetiva de la Academia se reflejó en esa calificación, ésta se revela como la visión prominente y general, más allá de las excepcionalidades, minorías dice el segundo de a bordo, y al generalizar, generaliza una ofensa.



Profesores tramposos”, “mentirosos y vagos” “que no asisten a dar clases” y que “arruinan a los estudiantes” que “se enferman o sufren accidentes de tránsito para dejar remplazo por años y años”, autoridades que “perdieron el tiempo” y que “dejaron hundir a la universidad” que “calentaron la silla”, “buitres, aves de rapiña en busca de carroña” que "dejaron solo los cimientos” en la “mediocridad acompañada del garrote”(ver el editorial de Latitud universitaria)expresado por la mismísima y alta autoridad académica daría a entender que la calificación de clase A fue una equivocación.




El pasado, al contrario de lo que piensa el muy “iluminado académico”, de acuerdo a lo que dice la calificación del CONEA, no fue festinado, ni época de nada, porque la nada es ausencia y en la nada no hay calidad, y ésta, está siendo reconocida, al margen de nuestros particulares intereses, prejuicios y antipatías. Al margen de su delirio tremens, señor Vicerretor.



Hay que tomar en cuenta, señor matemático, que la tolerancia de la gente con los mentirosos habitualmente es muy pequeña, y a menudo sólo se necesita que se sorprenda a alguien en una mentira para que se le asigne la etiqueta de mentiroso y se le pierda para siempre la confianza. Perderle la confianza en la academia, grave. Por mentirosillo y por aquello que los conceptos se le fueron junto con las palabras demás, muy sueltas.



¡QUE CALIDAD QUE SOMOS¡ La calificación de UNIVERSIDAD CLASE A nos corresponde a todos, posiblemente a algunos más que otros, pero en el mismo empeño de la cátedra universitaria, que seguirá siempre siendo la VERDAD.






Y a usted, señor autoridad académica, le corresponde mantenerse a la altura de esta universidad que le está quedando tremendamente grande, si no sujeta su cátedra a la verdad.


La Sombra,



Tal como siempre, salgo cuando me da la gana…

1 comentario:

  1. Seria bueno que gasten esas energias en ayudar con ideas y acciones para construir una nuena universidad central, que sea la mejor del Ecuador con profesores a nivel de PhD y no de Licenciados, profesores de Educacion Media. Tenemos que avanzar en investigacion con profesores investigadores a dedicacion exclusiva. Adelante Universidad Central ¡¡

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