ENSAYO SOBRE LA ESTUPIDEZ
La locura, se creía, bordea los límites de la genialidad. Creencia que
partía del hecho que algunos personajes geniales fueron identificados como
locos, así por ejemplo, en
el cerebro de Albert Einstein se encontró anomalías estructurales en el lóbulo
izquierdo que podrían estar relacionadas con la genialidad del creador de la
teoría de la relatividad. El poeta Antonin Artaud sufría trastorno bipolar y dirigió el
laboratorio de experimentación de los surrealistas, empeñados en desentrañar y
aprovechar al máximo los mecanismos del cerebro y de la locura, el pintor Dalí
y su método paranoico-crítico es uno de sus exponentes. Son bien conocidos los
trastornos mentales del genial pintor Vicent Van Gogh, del matemático John Nash,
que inspiró la película Una mente maravillosa, y del compositor Robert
Schumann. Sin embargo tal
creencia no es sino un mito:
"el genio no es un enfermo, hay de todo, aunque es cierto que en el caso
de existir enfermedad, el genio sabe aprovechar sus brotes de locura para crear
cosas fantásticas". Esta tesis viene apoyada por estudios que han
permitido ver que "las facultades creadoras ya existen antes de
manifestarse la enfermedad". Así
pues, Ni todos los genios están locos, ni todos los locos son genios. "El
genio es una persona con extraordinarias capacidades, focalizadas en alguna
materia, y con capacidad para alumbrar ideas abstractas nuevas y expresarlas,
es decir, de crear". Conclusión: solo algunos locos son genios.
Existe otra manifestación humana, escondida tras la etiqueta de loco, es la imbecilidad: La imbecilidad, sin ser un insulto, no es sino una falta de concordancia entre el intelecto de una persona y sus actos, con independencia de las capacidades intelectuales; es decir, una desproporción entre la inteligencia y la volición. Aquí los actos son bien distantes de lo que es de esperar por su inteligencia: un testarudo es un imbécil, pero no un loco, aunque pretenda aparecer como loco. Sinónimo de la imbecilidad, es la estupidez
¿Qué es un estúpido? El ser humano a quien la naturaleza ha suministrado
órganos sanos, y cuyo instrumento raciocinante carece de defectos, a pesar de
lo cual no sabe usarlo correctamente. El defecto reside no en el instrumento,
sino en su usuario, el ser humano que utiliza y dirige el instrumento.
Paul Tabori escribió sobre la Historia
de la Estupidez Humana, “Natural History of Stupidity” Editado por elaleph.com 1999. Este libro trata de
la estupidez, la tontería, la imbecilidad, la incapacidad, la torpeza, la
vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la idiotez, el desvarío.
Contrástese la estupidez con la sabiduría. El sabio es el que conoce las causas de las cosas, el estúpido las ignora aunque es pretensioso. Hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere.
Contrástese la estupidez con la sabiduría. El sabio es el que conoce las causas de las cosas, el estúpido las ignora aunque es pretensioso. Hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere.
Tabori se hace esta pregunta ¿Duele ser estúpido?
Desgraciadamente, no duele. Si la estupidez se pareciera al dolor
de muelas, ya se habría buscado hace mucho la solución del problema. Aunque, a
decir verdad, la estupidez duele… solo que rara vez le duele al estúpido.
Si, repitamos:
¡Desde luego que la estupidez duele… sólo que rara vez le
duele al estúpido!
En su libro, que es un trabajo investigativo,
Tabori reúne mucha información, documentos, libros y de mas, para dar ejemplos
y ejemplos de muchas tonteras realizadas por el ser humano.
Así por ejemplo, entre múltiples, relata que Luis
XIV pretendía ser el Sol, era el sol alrededor del cual giraba todo el
universo, y su persona era la única fuente de calor y luz. El Rey Sol se sentía
orgulloso: era el centro no sólo de su corte y de Francia, sino de todo el
mundo civilizado. Reorganizó y
desarrolló la etiqueta española de acuerdo con sus propios gustos, así, en su
petulancia,
puso de moda algunas de sus costumbres en el vestir: enormes pelucas de pelo
natural, mangas adornadas de ricos encajes y, como no, los zapatos de tacón y
prohibió llevar el exclusivo modelo al resto de la corte y aquel que le
desobedeciera sería castigado con la pena de muerte, que entonces equivalía a
lo que actualmente sería informaciones sumarias, despido, expulsión, compra de
renuncia, movimiento de personal, linchamiento verbal, etc.; es decir llevar la
muerte en vida.
Como los reyes no tienen reelección (tampoco los rectores que hayan cumplido 70 años), cuando presintió que se le acabó, en este caso por muerte, aferrándose al poder (aferrarse al poder es mas bien una manifestacion humana ordinaria y propia de los mediocres y no de los sabios, ya que su real poder radica en su sabiduria) dictó que sobre su féretro se coloque una efigie de cera del difunto con una corona en la cabeza a la que se dispensen los mismos honores que al propio rey en vida: doy “gracias a la vida” dijo hecho el humilde. Y así se pasó sus últimos años empeñado en la continuidad de sus honores, construyendo palacetes, ostentando banquetes, se proclamó representante de la voluntad divina y, como tal, impuso la suya propia en todos los ámbitos de la vida nacional y si hubiese sido rector, el mismo habría suspendido las elecciones de decanos para elegirlos por su bondad. ¿Era genio? ¡Qué va! Desde luego también hay imbéciles que no trascienden y hacen esfuerzos pretendiendo locura…
Como Luis XIV, hay quien intenta ser el centro
del sol académico universitario, el justiciero y transformador; el que deshace
y rehace, el que elimina y crea, el que sanciona y no perdona, el que enjuicia a medio mundo y medio mundo le gana los juicios, el que sube el
sueldo a sus pocos amigos (3% de empleados) y a otros les condena, el que hecha abajo la vieja
casona “macondiana” y se precia de ser reconstructor de otra más macondiana que macondo, el que al redondel le
convierte en rectángulo perdiendo terreno que obsequia al Municipio, el que acabó con las trifulcas del mpasado y ahora organiza las
suyas, el que construye edificios y luego no tiene con que llenarlos, el que
crea Facultades y no hay estudiantes, el que elimina carreras, clausura
dependencias, traslada y crea otras que no tienen demanda, forma el núcleo de investigadores y no le
aprueban ni una investigación, cinco directores académicos y cinco de
investigación nombró y ninguno le dio pie con bola y el tampoco. El que aplaudió y tramitó a
la velocidad del rayo que se jubilen los profesores “viejos” y luego se asusta
por que se da cuenta que la vejez le cogió a él y ya no puede aspirar a la reeleciòn, el que obligó a los profesores
a disminuirse los tiempos de dedicación y a otros a que renuncien del otro trabajo y terminaron
renunciando a la universidad, y ahora no hay quien de clases; el que gasta lo
que puede aunque sea en parque automotor de autoridadades y de su corte, vendiendo incluso las haciendas
universitarias de prácticas pero devolviendo la tercera parte del presupuesto que
no se gastó, con tal de no subir los sueldos al 90% de sus empleados. Aplaudio al gobierno a rabiar, fue docil aliado y luego le revientan las verdades y le retiran el apoyo a su reelecciòn; se pasa cinco años organizando la acreditacion y èsta se encuentra en peligro, asì hizo, sin saber, todo lo posible para que el gobierno se apreste a intervenirla. En fin, tambien impuso su
moda a la corte, poniéndoles baberos ceremoniales aunque sin pelucas, se puso
tacos altos para que le vean grande. Se cree el Omnium potentior, y le salieron otros de su misma especie, solo que èstos
volaron más arriba que èl, aun con pocas plumas por imberbes les dice, pero en realidad fueron más competentes que auqellos pájaros desplumados
por la vejez y en plena extinción. Asunto de competencias en una misma especie.
¡Cómo nos duele la universidad actual, aunque a èl ni a los otros les duela! ¿Loco?
parecía…
Salgo cada vez que me da la gana...
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