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viernes, 29 de marzo de 2013

locura y estupidez



ENSAYO SOBRE LA ESTUPIDEZ

La locura, se creía, bordea los límites de la genialidad. Creencia que partía del hecho que algunos personajes geniales fueron identificados como locos, así por ejemplo, en el cerebro de Albert Einstein se encontró anomalías estructurales en el lóbulo izquierdo que podrían estar relacionadas con la genialidad del creador de la teoría de la relatividad. El poeta Antonin Artaud  sufría trastorno bipolar y dirigió el laboratorio de experimentación de los surrealistas, empeñados en desentrañar y aprovechar al máximo los mecanismos del cerebro y de la locura, el pintor Dalí y su método paranoico-crítico es uno de sus exponentes. Son bien conocidos los trastornos mentales del genial pintor Vicent Van Gogh, del matemático John Nash, que inspiró la película Una mente maravillosa, y del compositor Robert Schumann. Sin embargo tal creencia no es sino un mito: "el genio no es un enfermo, hay de todo, aunque es cierto que en el caso de existir enfermedad, el genio sabe aprovechar sus brotes de locura para crear cosas fantásticas". Esta tesis viene apoyada por estudios que han permitido ver que "las facultades creadoras ya existen antes de manifestarse la enfermedad".  Así pues, Ni todos los genios están locos, ni todos los locos son genios. "El genio es una persona con extraordinarias capacidades, focalizadas en alguna materia, y con capacidad para alumbrar ideas abstractas nuevas y expresarlas, es decir, de crear". Conclusión: solo algunos locos son genios.

Existe otra manifestación humana, escondida tras la etiqueta de loco, es la imbecilidad: La imbecilidad, sin ser un insulto, no es sino una falta de concordancia entre el intelecto de una  persona y sus actos, con independencia de las capacidades intelectuales; es decir, una desproporción  entre la inteligencia y la volición. Aquí los actos  son bien distantes de lo que es de esperar por su inteligencia: un testarudo es un imbécil, pero no un loco, aunque pretenda aparecer como loco. Sinónimo de la imbecilidad, es la estupidez

¿Qué es un estúpido? El ser humano a quien la naturaleza ha suministrado órganos sanos, y cuyo instrumento raciocinante carece de defectos, a pesar de lo cual no sabe usarlo correctamente. El defecto reside no en el instrumento, sino en su usuario, el ser humano que utiliza y dirige el instrumento.
Paul Tabori escribió sobre la Historia de la Estupidez Humana,  “Natural History of Stupidity” Editado por elaleph.com 1999. Este libro trata de la estupidez, la tontería, la imbecilidad, la incapacidad, la torpeza, la vacuidad, la estrechez de miras, la fatuidad, la idiotez, el desvarío.
Contrástese la estupidez con la sabiduría. El sabio es el que conoce las causas de las cosas, el estúpido las ignora aunque es pretensioso. Hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere.

Tabori se hace esta pregunta ¿Duele ser estúpido? Desgraciadamente, no duele.   Si la estupidez se pareciera al dolor de muelas, ya se habría buscado hace mucho la solución del problema. Aunque, a decir verdad, la estupidez duele… solo que rara vez le duele al estúpido.

Si, repitamos:

¡Desde luego que la estupidez duele… sólo que rara vez le duele al estúpido!

En su libro, que es un trabajo investigativo, Tabori reúne mucha información, documentos, libros y de mas, para dar ejemplos y ejemplos de muchas tonteras realizadas por el ser humano.
Así por ejemplo, entre múltiples, relata que Luis XIV pretendía ser el Sol, era el sol alrededor del cual giraba todo el universo, y su persona era la única fuente de calor y luz. El Rey Sol se sentía orgulloso: era el centro no sólo de su corte y de Francia, sino de todo el mundo civilizado.  Reorganizó y desarrolló la etiqueta española de acuerdo con sus propios gustos, así, en su petulancia, puso de moda algunas de sus costumbres en el vestir: enormes pelucas de pelo natural, mangas adornadas de ricos encajes y, como no, los zapatos de tacón y prohibió llevar el exclusivo modelo al resto de la corte y aquel que le desobedeciera sería castigado con la pena de muerte, que entonces equivalía a lo que actualmente sería informaciones sumarias, despido, expulsión, compra de renuncia, movimiento de personal, linchamiento verbal, etc.; es decir llevar la muerte en vida. 

Como los reyes no tienen reelección (tampoco los rectores que hayan cumplido 70 años), cuando presintió que se le acabó, en este caso por muerte, aferrándose al poder (aferrarse al poder es mas bien una manifestacion humana ordinaria y propia de los mediocres y no de los sabios, ya que su real poder radica en su sabiduria) dictó que sobre su féretro se coloque una efigie de cera del difunto con una corona en la cabeza a la que se dispensen los mismos honores que al propio rey en vida: doy “gracias a la vida” dijo hecho el humilde. Y así se pasó sus últimos años empeñado en la continuidad de sus honores, construyendo palacetes, ostentando banquetes, se proclamó representante de la voluntad divina y, como tal, impuso la suya propia en todos los ámbitos de la vida nacional y si hubiese sido rector, el mismo habría suspendido las elecciones de decanos para elegirlos por su bondad. ¿Era genio? ¡Qué va! Desde luego también hay imbéciles que no trascienden  y hacen esfuerzos pretendiendo locura…

Como Luis XIV, hay quien intenta ser el centro del sol académico universitario, el justiciero y transformador; el que deshace y rehace, el que elimina y crea, el que sanciona y no perdona, el que enjuicia a medio mundo y medio mundo le gana los juicios, el que sube el sueldo a sus pocos amigos (3% de empleados) y a otros les condena, el que hecha abajo la vieja casona “macondiana” y se precia de ser reconstructor de otra más macondiana que macondo, el que al redondel le convierte en rectángulo perdiendo terreno que obsequia al Municipio, el que acabó con las trifulcas del mpasado y ahora organiza las suyas, el que construye edificios y luego no tiene con que llenarlos, el que crea Facultades y no hay estudiantes, el que elimina carreras, clausura dependencias, traslada y crea otras que no tienen demanda, forma el núcleo de investigadores y no le aprueban ni una investigación, cinco directores académicos y cinco de investigación nombró y ninguno le dio pie con bola y el tampoco. El que aplaudió y tramitó a la velocidad del rayo que se jubilen los profesores “viejos” y luego se asusta por que se da cuenta que la vejez le cogió a él y ya no puede aspirar a la reeleciòn, el que obligó a los profesores a disminuirse los tiempos de dedicación y a otros a que renuncien del otro trabajo y terminaron renunciando a la universidad, y ahora no hay quien de clases; el que gasta lo que puede aunque sea en parque automotor de autoridadades y de su corte, vendiendo incluso las haciendas universitarias de prácticas pero devolviendo la tercera parte del presupuesto que no se gastó, con tal de no subir los sueldos al 90% de sus empleados. Aplaudio al gobierno a rabiar, fue docil aliado y luego le revientan las verdades y le retiran el apoyo a su reelecciòn; se pasa cinco años organizando la acreditacion y èsta se encuentra en peligro, asì hizo, sin saber, todo lo posible para que el gobierno se apreste a intervenirla. En fin, tambien impuso su moda a la corte, poniéndoles baberos ceremoniales aunque sin pelucas, se puso tacos altos para que le vean grande. Se cree el Omnium potentior, y le salieron otros de su misma especie, solo que èstos volaron más arriba que èl, aun con pocas plumas por imberbes les dice, pero en realidad fueron más competentes que auqellos pájaros desplumados por la vejez y en plena extinción. Asunto de competencias en una misma especie.

¡Cómo nos duele la universidad actual, aunque a èl ni a los otros les duela! ¿Loco? parecía…


                      La Sombra…

Salgo cada vez que me da la gana...

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