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domingo, 27 de diciembre de 2009

EL DISCURSO ESPERADO EN EL CLXXXII ANIVERSARIO

En la Posmodernidad, dice ceremoniosamente… e inicia el discurso con una declaración tácita de su ubicación en esta tendencia de moda, el último grito según ellos.
Pero para entender, iniciemos nosotros con el señalamiento que la posmodernidad no es en realidad algo que le sigue o más adelantado o que le supere o más moderno que la modernidad, no; ésta no es sino una concepción filosófico – ideológica de ver el mundo, a pesar que sus seguidores declararían que en esta época asistimos al fin de las ideologías, de la historia, o al menos como el Supremo afirma “ a la despartidización de la historia…”
Esta concepción del mundo es de una derrota infinita: nada pudo hacer la modernidad en bien de la humanidad, nada es ya posible, por tanto cualquier cosa es posible ensayar. Dicen
Los ideólogos y seguidores de la postmodernidad, realmente pocos en la actualidad, desengañados que en la modernidad no se ha podido resolver los principales problemas del mundo, del fracaso en el intento por emancipar la humanidad y la derrota momentánea del socialismo, suponen que este proyecto es ya imposible.
En contraposición con la Modernidad, época donde surgieron las más importantes expresiones del humanismo, como es la doctrina marxista, la Postmodernidad se erige como la época del desencanto, de la derrota de los ideales, de renuncia a las utopías, a la idea del progreso social. En realidad la postmodernidad es una concepción dedicada a combatir contra las ideas del Marxismo y su doctrina de la revolución social.
En el mundo posmoderno, el orden social capitalista se desplaza de la producción al consumo, todo resulta ser digno del mercado y por tanto todos pueden ser considerados como clientes, de allí que en lo económico el neoliberalismo sea la expresión de ésta época y la postmodernidad su sustento filosófico- ideológico.
Éste el inicio del discurso del nuevo supremo:
“En la posmodernidad y el auge de la Cibernética, los seres humanos hemos sido capaces de redefinir el mundo, construir una nueva sociedad y reinterpretar la vida a través de la inteligencia”.
¿Cuál la nueva sociedad que se ha construido? ¿qué características tiene? Si se refiere a la actual no es más que la misma sociedad capitalista con sus mismos vicios, inequidades, desigualdades y crisis, más profundizados, más refinados.
A lo que al parecer se refiere es al mundo concebido por la posmodernidad donde todo lo real deja de tener realidad por sí misma y se encuentra solo en nuestro pensamiento, con el que podemos interpretarlo, reinterpretarlo y hasta construirlo, dice. Nada existe para ellos, sino solo en nuestra inteligencia. Tal es el pensamiento posmoderno, la negación de lo existente por su propia e independiente realidad; asumen que la realidad se encuentra solo en nosotros y en cada uno, en nuestra mente o voluntad, cada quien tiene su realidad como su propio pensamiento. Así la realidad no es una y para todos, según ellos. Se trata de un exacerbado individualismo y personalismo
Pero enseguida viene el desencanto. Frente a la necedad de la evidencia que demuestra el rompimiento entre realidad e imaginación declara: “sin embargo -que se ha construido una nueva sociedad a través de la inteligencia o sea el pensamiento, la imaginación - la desigualdad de la cultura y la inequidad tribal han minimizado la esperanza de un mundo abierto, que pueda proveer pan y paz para todos”, tal es la pérdida de la esperanza, la imposibilidad, según los posmodernistas, del triunfo de las transformaciones sociales.
Deberían entender estos señores que pujan de sabios que la desigualdad que ha mantenido las inequidades sociales no precisamente son “culturales y tribales” sino económico sociales, históricas, de clase; es decir, responden a una base estructural donde se edificó la desigualdad económica y por tanto el resto de desigualdades, esta base es el capitalismo.
La esperanza, por tanto, radica precisamente en la posibilidad real de romper esas desigualdades a partir de la revolución social, planteamiento que, según éstos, es “antediluviano”, pero lo antediluviano fue ciertamente la ausencia de una esperanza, pues la inexistencia del hombre en la época antediluviana, determinó, la inexistencia de una aspiración estrictamente humana. Solo el marxismo definió una esperanza real, posible, basada en la esperanza de la clase obrera que liberaría a todas las clases subordinadas.
El discurso ensayado en su posesión aparece además falto de coherencia y recurre al lenguaje difícil, estrambótico, que deje la sensación de un discurso de “alta academia”, del “científico”, tal como pretendía en su época Velasco Ibarra al que le motejaron del “loco” y del cual fue su admirador en la juventud. Un discurso que conscientemente trata de ser incomprensible, veamos: “este es el universo de nuestro tiempo ufanado por la singularidad, las moléculas obscuras y con el big-crunsh a cuestas”(sic) otra, entre algunas “creo en un hombre con su historicidad y su destino, con sus prospecciones y respectividades, como ente de ultimidad, impelencia y posibilitación, e inherente a su razón” ¡Bravo! Dice la medianía desde las galerías.
O elementos contradictorios: “Muy otra es la universidad de hoy: perceptiva y sobria como ninguna, matriz unívoca de la mutabilidad social del mundo” frente a esta otra a pocos párrafos “Hemos suscrito una etapa de tal fanatismo en nuestra universidad que la miopía se ha instalado como recurso natural”. Bueno, hay que definirse, porque es de entender que la universidad de hoy no es la universidad de hace apenas nueve días, o de hace pocos meses, sino de su proceso, de una historia, así como ha de entenderse que el fanatismo y la miopía que él aduce en más de veinte años debió haber impedido hacerla perceptiva y sobria tan pronto. Desde luego que estos pedantes de la palabra pretenden convertirse en mesías redentores y para eso existen otros que hacen de seguidores, y otros de adoradores
En fin, el ungido, adorna su retórica con recursos del lenguaje científico hablando sobre el “colisionador de hadrones[1]”, comprendido por el editor y revisor de la publicación de su discurso (convertido hoy en coordinador de Cultura) como una gran licuadora donde entrarían todos los delincuentes de las calles aledañas y fueran licuados, de tal manera que entran en colisión unos con otros y así todavía se fugarían.
-Este recién posesionado revisor de los discursos pone, literalmente, en la publicación escrita y distribuida a la gente de la Academia como “el colisionador de ladrones” (Sic), que no es precisamente un error de tipografía, sino una limitación de su horizonte cultural-
Enseguida abunda también en la “colisión de los quark con su antipartícula”, de “la apoptosis” y la “movilización génica”, etc., ante un auditorio donde existían en realidad pocos académicos, no sé cuántos científicos. Para terminar diciendo, el discurseador, en buen romance, esto es lo que No hay que hacer en nuestra universidad, porque “fracasaremos”, aduciendo “nuestras humanas limitaciones”.
Es decir, la ciencia, la investigación y aplicación de la ciencia, de lo más avanzado de ella, no estaría a nuestro alcance, según el susodicho, y que esa imposibilidad estaría en las “humanas”, tal vez “genéticas” limitaciones nuestras y no en la razón de la dependencia en todos los órdenes, entre ellas el científico, al que hemos sido sometidos por las grandes potencias y del cual podemos liberarnos socialmente, en donde la educación cumple un papel importante y trascendente.
EL REGRESO DE LOS IDOLOS
El desencanto sobre las posibilidades de la trasformación social y el convencimiento de la imposibilidad humana de lograrlo ha llevado a que pierdan la esperanza en el accionar de los pueblos e incluso de los líderes.
Dando un vuelco, pasan a la reivindicación de los ídolos y a una suerte de religiosidad en sus diferentes expresiones, un regreso a Dios habrían de reconocer, pues Dios es el hacedor hasta de sus ídolos. Si en la modernidad se proclamó el triunfo de la razón y la ciencia en rechazo a la edad media y a la religión, símbolos del atraso y el estancamiento, en la “era pos moderna” todo es relativo, cualquier cosa se vale; hay un vacio de ideales y la pérdida de todo valor universal, así justifican el hedonismo, la vida sin sentido, cualquier creencia, incluso las drogas, y como único refugio, todo lo místico.
Ante tal pérdida de la esperanza en el ser humano y en su proyección histórica, es la divinidad, la religión, lo místico que asume el rol trascendente en la individualidad, de allí que al final del discurso, el discurseador de turno al que nos referimos, ensaya una metáfora místico religiosa y con voz quebrada y virando los ojos a lo alto avienta:
“Se me ocurre, dice -desde la individualidad y la subjetividad del ser, perdiendo toda objetividad- si invitásemos a Dios a esta Asamblea para que la presida, todos aplaudiríamos su presencia, pero los pocos ultradogmatosaurios que sobreviven, impugnarían la presencia de Dios, alegando que es neoliberal y que no está matriculado en el propedéutico”.
Todo su discurso que se esforzó por aparecer como un hombre de ciencia, pierde las certezas científicas y alude al pensamiento más dogmatico y oscurantista, al pensamiento religioso, mismo que con su institución más prominente, el tribunal de la santa inquisición con sus sotanas y togas en el Medioevo, persiguió a Galileo y condenó a la hoguera a sabios y hombres de ciencia.
Invoca a la deidad, invita a dios, a que éste acuda para dejar estigmatizados, avergonzados y ridiculizados a sus impugnadores, para toda la eternidad, haciendo uso de una ocurrencia, ésta sí, realmente ridícula, grotesca, dogmática y bufa. Pero arranca aplausos entre la medianía.
Ya pensando bien decide él mismo suprimir esta ocurrencia cuando envía el discurso para su publicación en la revista del Conesup, donde ya no asoma este párrafo hecho para los aplausos de la galería
Este es pues el discurso de la nueva época en el CLXXXIII aniversario, que más parece de la más vieja escolástica rejuvenecida con cirugía plástica “científica”, pero que bien visto se le nota la silicona puesta.
La sombra...

...regresaré!

[1] El Gran Colisionador de Hadrones, en inglés Large Hadron Collider o LHC, siglas por las que es generalmente conocido es el más grande acelerador y colisionador de partículas del mundo. Más de 2000 físicos de 34 países, (entre ellos un ecuatoriano) y cientos de universidades y laboratorios han participado en su construcción. Se diseñó para colisionar haces de hadrones, más exactamente de protones. Los protones son acelerados a velocidades del 99% de la velocidad de la luz y chocan entre sí en direcciones diametralmente opuestas produciendo altísimas energías (aunque a escalas subatómicas) que permitirían simular algunos eventos ocurridos durante o inmediatamente después del big bang.

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